Gaby Weber
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Una ciudad suspendida en el aire - ¿Los Verdes apagan las luces?   (Agosto 2022)

          En Schwedt, una pequeña ciudad alemana en la frontera con Polonia, el empleador local más grande podría tener que cerrar sus puertas a fin de año. Se trata de la refinería PCK, de propiedad mayoritaria del grupo ruso Rosneft. Es que después de la invasión a Ucrania, el gobierno federal decidió un "boicot petrolero voluntario".
 

Como en toda Alemania, también en Schwedt los políticos y los medios avizoran el peor escenario. Todavía es verano, pero en invierno la gasolina, el gas y el petróleo podrían agotarse y la gente podría congelarse. Tal vez congelarse hasta morir. Algunas ciudades anunciaron la instalación de salones calefaccionados para los pobres. Imponen el ahorro de energía: sólo duchas cortas, preferiblemente frías, lavarse las partes con toallitas, bajar la calefacción, y no comer carne. En Berlín, los políticos culpan al presidente ruso por cortar el suministro de gas. En Schwedt, nadie entiende por qué el gobierno optó voluntariamente por renunciar al petróleo ruso. La ciudad creció con petróleo, ¿y de repente eso se va a acabar?
 

El partido Los Verdes se encuentra con un odio abierto en Schwedt. En las protestas se ve pancartas pidiendo “Verdes al Frente Oriental”.
 

PCK significa Petrolchemical Combinat: el nombre viene de la RDA, de la Alemania socialista, cuando era una empresa estatal. Tras la reunificación entraron Rosneft y Shell. A principios del año 2022, la empresa rusa quería comprar las acciones de Shell. La Autoridad de la Competencia ya lo había aprobado. Luego, los tanques rusos invadieron a Ucrania y el Ministerio de Economía detuvo la adquisición de las acciones de Shell. Quiere expropiar a los rusos o transferir sus acciones a una empresa fiduciaria. Además, el gobierno polaco insiste en que sus oleoductos solo abastecen a refinerías que no son de propiedad rusa. El gobierno alemán se perjudica a sí mismo con estas sanciones, contradice el AfD, un partido de derecha.
 

Lo cierto es que, incluso después de que termine el conflicto de Ucrania, nada volverá a ser como antes. Alemania como una potencia industrial ya ha sido gravemente dañada. En Schwedt, se habla de una “guerra económica perdida”. Saben que Europa, a diferencia de EE. UU., no tiene suficiente materia prima. Rusia ha proporcionado energía barata durante décadas. Eso se acabó. Mientras que el precio del gas en las bolsas de valores alemanas se ha multiplicado casi por diez, en los EE. UU. solo ha aumentado relativamente poco. Por lo tanto, la industria estadounidense puede producir mucho más barato. Hace apenas un año, el superávit comercial de la zona euro rondaba los 120.000 millones. Ahora, las costosas importaciones de energía están empujando este equilibrio hacia el rojo. El euro ha caído a un mínimo histórico, vale menos que el dólar. Esto encarece las importaciones y la inflación sigue galopando.

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