Gaby Weber
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Buenos Aires en Tiempos del Virus  (Marzo 2020)

El 12 marzo, el presidente argentino, Alberto Fernández, emitió un decreto que establece la cuarentena obligatoria para evitar el contagio del coronavirus. Muchas preguntas están en el aire. No si uno debe protegerse contra el virus altamente contagioso. Eso no hace falta decirlo.
Pero uno debe preguntarse si el remedio (encerrar a la población, emplear al ejército y paralizar la economía) tendrá peores consecuencias que la enfermedad. ¿Puede el gobierno compensar la pérdida de salarios? Las arcas públicas están vacías, el país estaba prácticamente en bancarrota incluso antes del coronavirus. ¿Puede proteger la economía argentina del despojo? ¿Puede asegurar la atención médica adicional en muy poco tiempo? ¿Y cómo reaccionará la sociedad civil ante la presencia masiva de la policía e incluso del ejército?
¿Por qué se cerraron los parques y paran a los corredores y ciclistas? ¿Cómo afecta la salud si las personas están atrapadas en unos pocos metros cuadrados durante semanas? ¿Se emborrachan? ¿Aumentan los problemas cardíacos y circulatorios y la diabetes? ¿Se deprimen e incluso se suicidan? En Argentina, todos los días una mujer es asesinada por su esposo o su ex. Estar encerrado durante 24 horas alimentará la violencia doméstica y el abuso infantil.
Las prohibiciones por sí solas no son un plan. Y el tiempo juega en contra. La cuarentena prolongada arruinará la economía del país. ¿Habrá saqueos y revueltas de hambre?
En Europa, a partir de abril hará calor. En Argentina comienza el otoño. En mayo viene el frío, con vientos helados del sur. Todos los años la gente se resfría porque sus hogares están mal protegidos contra el frío, las ventanas cierran mal y la calefacción es escasa. Mayo y junio son meses de gripe y bronquitis. Y si a eso, en una atmósfera de pánico, se agrega el coronavirus, nadie sabe lo que sucederá.

 

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